Es cierto que los teléfonos móviles cada vez son más lentos y nunca vuelven a ser igual de eficientes que cuando recién los estrenamos. Esto puede suceder por varias cuestiones.
En primer lugar, puede pasar porque hemos llenado el almacenamiento interno de nuestro teléfono móvil, ya sea con imágenes, aplicaciones nuevas o varias cuentas para una misma aplicación. Cuando compramos un teléfono viene casi vacío, con pocas aplicaciones predeterminadas y sin ninguna cuenta vinculada, lo que ayuda a que la memoria ram y el procesador vayan más rápido. No es lo mismo que el móvil se utilice con 3 fotografías que cuando hemos hecho 200 o más.
Una de las opciones para poder recuperar esa rapidez de funcionamiento es la de restaurar los ajustes de fabricación, pero esto no siempre va a funcionar puesto que el teléfono ya ha tenido bastante tiempo de uso.
También es cierto que las aplicaciones que tenemos en el móvil pesan cada vez más y cada actualización es más pesada que la anterior. Cada vez existen más aplicaciones y más pesadas. Cuando hace dos años una aplicación pesaba una media de 30 Mb, durante el 2017 puede llegar a pesar hasta 60 Mb y esto obviamente afecta bastante al rendimiento de nuestro teléfono.
Aunque la razón que más suele afectar a los teléfonos es que dejan de recibir actualizaciones de software. Los fabricantes de teléfonos quieren que duren una media de un año y medio o dos, por lo que para ese tiempo el teléfono deja de recibir las actualizaciones necesarias para que funcione correctamente. Hay aplicaciones que incluso sin esas actualizaciones no es posible instalarlas y otras que si lo hacen, hacen que el teléfono vaya muchísimo más lento de lo que lo hacía cuando comenzamos a utilizarlo. Esto puede considerarse como obsolescencia programada.
¿Tu móvil también va más lento últimamente?