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La interacción intergeneracional en esta residencia ofrece beneficios mutuos para los mayores con Alzheimer, que mejoran sus capacidades cognitivas y estado de ánimo, y, para los niños, que aprenden valores como el respeto y la empatía a la figura del mayor.
Madrid, enero de 2023.-ORPEA Meco, una de las primeras residencias de mayores de Europa en integrar una escuela infantil dentro del centro cumple 20 años. Ése es el tiempo que ha pasado desde que esta residencia comenzase esta historia de éxito intergeneracional en la que mayores de 65 años y una decena de pequeños de 2 años, comparten su día a día e incluso patio de recreo.
Al comenzar cada curso en septiembre, los niños son emparejados con un mayor, que suele presentar algún grado de deterioro cognitivo o Alzhéimer. Cada día, las puertas del aula de la escuela infantil se abren y entran los mayores de ORPEA. Al grito de “¡Ya están aquí nuestros amigos mayores!”, los niños se levantan corriendo a por su mayor. Los residentes, en ocasiones, tienen un grado de deterioro cognitivo en el que no pueden reconocer a su niño, pero los pequeños saben perfectamente cuál es su amigo mayor y le cogen de la mano.
“El cambio que se opera en los mayores las horas que pasan con los niños es impresionante. Les cambia la cara cuando entran y ven a los niños. Un perfil con deterioro cognitivo, al que habitualmente cuesta implicar en una actividad o que hable, encuentra en el niño el estímulo que necesita. El niño les transmite su energía, les impulsa a jugar, a moverse físicamente”, nos explica Cristina Pérez, una de las terapeutas de ORPEA sobre los beneficios que aportan los niños al mayor.
La figura del mayor y beneficios para el niño
Durante el día, hacen distintas actividades: juegan juntos, hacen manualidades o escuchan cuentos. “La actividad que se organiza resulta sencilla y adaptada a los mayores y a los niños, y siempre está guiada por nuestras terapeutas ocupacionales, que es quién realiza el seguimiento de los mayores y la evolución vinculada a esta actividad”, explica la directora de ORPEA Meco, Ester Pérez. El proyecto comenzó como un espacio para que las trabajadoras y trabajadores dejaran a sus hijos durante su jornada en la residencia, pero funcionó tan bien, que se convirtió en una escuela infantil.
Los beneficios de este pionero experimento social, no sólo se notan en los mayores, sino también en los niños. “Los niños tienen un sentido temprano de empatía, aprenden la tolerancia social, valorando y respetando la figura del mayor. Además, la estimulación de este aprendizaje en nuestro programa es totalmente abierta, flexible, motivante y adecuada a diferentes métodos de trabajo. Se valora en cada sesión la actitud de cada mayor y niño, adaptándonos en todo momento a ambas generaciones, sus ritmos, etc.”, expone Mª Carmen Blanco, la maestra de la escuela de ORPEA.
La de Meco es la más ambiciosa, pero no la única experiencia intergeneracional de ORPEA, referente en atención a mayores y dependientes, que cuenta con una cincuentena de residencias en España. Otros centros llevan a cabo programas de carteo o visitas de niños de colegios e instituto a las residencias, como en ORPEA El Escorial.
Los psicólogos de ORPEA coinciden al afirmar que “al interactuar con los más jóvenes, las personas mayores experimentan una sensación de bienestar emocional y físico, mejora su motivación, la autoestima y el ánimo”. Se trata, concluyen, de “fomentar este envejecimiento activo en los mayores integrándolos en las actividades de las generaciones más jóvenes” para “mantenerles al día de los cambios sociales y evitar la ‘desconexión social’.
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