Un proyecto emprendedor con perfil social, una silla de ruedas adaptada para playas. Se llama Sandroller. César Calero es uno de esos emprendedores que han nacido para innovar donde otros no ven más allá de su nariz. El olfato de Calero, su nariz, le llevó descubrir una oportunidad de negocio cuando se dio cuenta de que las personas con minusvalía tenían dificultades para mantener un buen nivel de autonomía en las playas.
Y es que en César Calero se dan dos curiosas coincidencias. Por un lado, ha trabajado como socorrista de playa y ha visto en primera persona cuales son las necesidades de las personas con discapacidad en las zonas de baño. Lo segundo es que Calero era un estudiante de ingeniería sin proyecto. Y la idea innovadora se convirtió en el centro del proyecto y en una idea de negocio.
La silla de ruedas adaptada para playas es la primera que se construye en el mundo con un sistema autopropulsado y que se puede introducir y salir del agua sin dificultad. Con ello, se conseguiría al mismo tiempo que las personas con discapacidad pudieran acudir a playas sin supervisión y vigilancia, y, mejor aún, poder bañarse en playas que no estén adaptas.
Conversión de fuerza
El sistema de la silla de ruedas adaptada para playas se basa en un mecanismo intermedio situado entre las ruedas y el aro que ayuda a impulsar con la mano que ofrece una conversión de fuerza que reduce el esfuerzo del impulso.
La silla de ruedas adaptada para playas se ha patentado en Estados Unidos y en España. El principal problema de este proyecto emprendedor ha sido la financiación de prototipos y una serie de silla de ruedas adaptada para playas. Por el momento, una firma catalana se ha comprometido a financiar la fabricación de las primeras.